Hay veces en las que, sin darnos cuenta, la sociedad nos empuja a olvidar lo que de verdad es importante y a centrarnos en banalidades. El pasado fin de semana Papá Oso me ayudó a quitarme por un momento esa venda. Os cuento la escena. Salíamos de Ikea después de un laaaargo día de compras (estamos preparando la habitación para los hermanitos) y nuestra paciencia hacía rato que rozaba los mínimos aceptables. Mientras guardábamos las compras en el maletero se subieron al coche de al lado una pareja joven con pinta de ir enfadados. Según me dijo luego el papi, ya se los había cruzado en la tienda también de morros. Se subieron a un cochazo precioso y se fueron. Mientras nosotros luchábamos por encajarlo todo en nuestro coche de segunda mano. Cuando logramos salir camino a algún sitio de comida rápida el peque empezó a gritar ¡pataaaaaaatas, pataaaaaaatas! feliz ante la perspectiva de cenar patatas fritas. Y nos tuvimos que echar a reír. Y aquí viene la ‘enseñanza’ de Papá Oso. La pareja de antes, jóvenes, posiblemente con una casa nueva, con libertad, se subieron a su coche nuevo y carísimo… y seguían enfadados. Un mal día, en un coche más caro, sigue siendo un día de m… Pero cuando tu hijo te da un beso o hace alguna de las suyas te das cuenta de lo poco poquísimo que importa todo lo demás. Y sin querer sonríes.

Totalmente cierto!!!!
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Qué gran verdad! Feliz fin de semana!
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Pues si…
A disfrutar del finde!!
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Una sonrisa así alegra el día más negro!!. Feliz fin de semana!!
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Di que si 🙂
UN besote
Marga
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Oye qué buena filosofía de vida. Me la voy a apropiar para aplicarla desde ahora mismo.
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